




DESAYUNO EN EL TEJADA.
El pasado día 16 de Junio de 2025, se celebró el II DESAYUNO EN EL TEJADA, al asistimos invitadas por el departamento de Igualdad del IES Campo de Tejada. Se trató el tema : "SEXUALIDAD Y ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL EN LA ADOLESCENCIA". en el que participaron, profesores, enfermera del centro de salud y la Asociación Paterninas.
FOTOS DE LOS DIFERENTES MOMENTOS
SEGUNDO PREMIO
TÍTULO: UN FUTURO DE ESPERANZA
AUTORA: TANIA RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ
En el año 2223, la Tierra había
cambiado drásticamente. Las ciudades eran un mosaico vibrante de culturas y
tradiciones, donde la tecnología y la humanidad coexistían en una armonía
sorprendente. Las calles estaban adornadas con jardines flotantes y edificios
sostenibles que respiraban vida, creando un ambiente donde los ciudadanos se
sentían conectados con la naturaleza. La igualdad era un principio fundamental
de esta nueva sociedad. Desde pequeños, los niños aprendían sobre la diversidad
en sus aulas interactivas, donde cada cultura y perspectiva era celebrada. Las
escuelas no solo se enfocaban en el conocimiento académico, sino también en la
empatía y la colaboración. El sistema educativo era accesible para todos,
gracias a plataformas digitales que eliminaban las barreras económicas. En este
mundo, las mujeres ocupaban posiciones de liderazgo en todos los ámbito de
política, ciencia, arte y tecnología. La figura de la líder global era una
mujer visionaria que había guiado a las naciones hacia un futuro más
equitativo. Las decisiones se tomaban mediante asambleas inclusivas donde cada
voz contaba, lo que aseguraba que las políticas beneficiaran a todos. La
economía había evolucionado hacia un modelo colaborativo.
Las
comunidades se organizaban en redes de intercambio donde los recursos eran
compartidos equitativamente. La idea de tener había sido reemplazada por
compartir, promoviendo un sentido de responsabilidad colectiva. Las empresas
eran impulsadas por el propósito social más que por el lucro, lo que llevó a
una reducción drástica de la pobreza. A pesar de estos avances, algunos
desafíos persistían. Grupos de activistas trabajaban incansablemente para
erradicar las desigualdades que aún existían en algunas áreas, como el acceso a
tecnologías avanzadas o servicios de salud mental. Estos defensores utilizaban
plataformas digitales para organizarse y crear conciencia sobre las
injusticias, demostrando que la lucha por la igualdad nunca termina. La
tecnología también jugaba un papel crucial en la vida cotidiana. La
inteligencia artificial ayudaba a personalizar la atención médica y educativa,
asegurando que cada individuo recibiera el apoyo necesario para prosperar.
Además, las innovaciones en energía limpia habían permitido que comunidades
enteras fueran autosuficientes, reduciendo la dependencia de recursos no
renovables.
Un joven llamado Eli se dedicaba a explorar su
pasión por la biotecnología. Soñaba con crear soluciones para mejorar la
calidad de vida de aquellos que aún enfrentaban dificultades. Inspirado por su
madre, una prominente científica, Eli se comprometió a utilizar su conocimiento
para ayudar a construir un futuro aún más justo. En una reunión comunitaria,
Eli presentó su proyecto de una iniciativa para proporcionar acceso gratuito a
tecnologías médicas avanzadas en comunidades desfavorecidas. Su entusiasmo
contagió a otros jóvenes y adultos presentes, juntos comenzaron a movilizarse
para hacer realidad su visión. Así, en el año 2223, la sociedad seguía
avanzando hacia un ideal de igualdad y respeto mutuo. Aunque los desafíos
persistían, el compromiso colectivo por un futuro mejor iluminaba el camino
hacia adelante. La historia de Eli era solo una entre muchas, cada persona
tenía un papel que desempeñar en esta vibrante sinfonía de humanidad y
progreso.
Dentro de las Actividades Culturales que desde el
"TALLER DE ESCRITURA CREATIVA", realiza la Asociación
Paterninas, un grupo de alumnas de
dicho taller, ha visitado los distintos
monumentos de Villalba del Alcor
acompañadas por el
Historiador José Alfonso
Moreno, Presidente de la Asociación de Patrimonio Cultural
Fernández de Landa. Se ha visitado la
Iglesia de San Bartolomé, antigua
fortaleza del siglo XII, el convento de las carmelitas y la capilla de la Cruz de la Santisima Trinidad.
Así mismo y durante el recorrido José Alfonso explicó los importantes restos arqueológicos
encontrados en el territorio de Villalba como fueron el pedestal romano de
Marco Carpucio o el Busto de Agripina.
PRIMER PREMIO
RELATO CORTO
Autora: AMANDA
GARCÍA PEÑA
Título: Era El
siglo XXIII
En
el siglo XXIII, el mundo ya no era como lo conocíamos. Las calles, antes llenas
de coches y ruido, ahora eran recorridas por naves flotantes, sin necesidad de
conductor. Las personas ya no vivían en casas, sino en gigantes rascacielos que
llegaban hasta donde no llegábamos ni a ver. La tecnología había avanzado tanto
que la gente ya no trabajaba como antes. Muchos de los trabajos fueron
reemplazados por máquinas, y los humanos ya no se ensuciaban las manos. Sin
embargo, eso no significaba que la vida fuera perfecta, ni mucho menos.
El
problema era que, aunque el mundo había mejorado en tantas cosas, la gente
seguía dividida. Los ricos, esos que habían logrado hacerse con las mejores
tierras, los edificios más altos y las naves más rápidas, vivían como dioses,
mientras el resto de la gente, como siempre, seguía sobreviviendo en las
calles, luchando por conseguir algo. Ya no había guerra, pero había hambre. La
comida la compartían entre unos pocos, mientras que los demás se quedaban con
lo que sobraba. No importaba la tecnología, seguía siendo el mismo de siempre,
unos pocos arriba, el resto abajo.
Javier,
un joven que vivía en los barrios bajos de la ciudad, había crecido viendo
injusticia. Desde que tenía uso de razón, había sabido que el mundo estaba
diseñado para que los que ya tenían todo siguieran teniendo más, y los que no,
se quedaran con nada. Aunque las naves voladoras y los robots hacían todo por
él, nunca hizo lo que a él realmente le importaba como, comida decente,
educación para mejorar su vida, o siquiera una oportunidad para salir de su
barrio.
Un
día, mientras caminaba entre las calles llenas de pantallas gigantes y anuncios
flotantes que vendían la felicidad, Javier se encontró con un viejo, aunque de
aspecto sucio, tenía una mirada en la que se veía sabiduría. El viejo, lo miró
fijamente y le dijo: “¿Ves todo esto? La tecnología, las naves, todo eso lo
hicieron para que no te des cuenta de lo que realmente importa. Nos dan
entretenimiento para que no pensemos. Nos mantienen ocupados mientras ellos
siguen robándonos el futuro.”
Javier
no entendió muy bien lo que el viejo quería decirle, pero al llegar a su casa
esa noche, se quedó pensando en esas palabras. En el fondo, sentía que el viejo
tenía razón. ¿De qué servía estar rodeado de tecnología, si no tenías ni para
comer? ¿De qué servía tener naves voladoras si nunca podrías subirte a una,
porque los pases solo los compraban los ricos?
Esa
noche, Javier decidió que ya no quería ser uno más de los pobres. Sabía que la
vida no iba a ser fácil, pero si algo le había quedado claro es que si no hacía
algo por cambiar las cosas, nunca tendría oportunidades ni él ni los que eran
igual que él. Así que empezó a hablar con otros chicos de su barrio, a decirles
lo que pensaba y cómo veía el futuro. No se trataba de destruir la tecnología
ni volver atrás, sino de conseguir que todo el mundo tuviera las mismas
oportunidades. “Si los ricos pueden volar, ¿por qué no podemos nosotros?”.
Lo
que empezó como una charla entre amigos fue mejorando. Más gente empezó a unirse
a esto. No era solo un grito de enfado, sino un grito de igualdad, de que no
solo los poderosos “dioses” pudieran disfrutar del futuro, sino que todos
tuviéramos también una parte. Organizaron protestas, marchas, y comenzaron a
pedir cambios. La gente quería un mundo donde la tecnología no fuera solo para
los que tenían dinero, sino para todos. Querían un mundo donde los ricos no se
quedaran con todo y el resto viviera como si nada.
Al
principio, las autoridades no le dieron importancia. Pensaron que eran solo
unos pocos que no entendían cómo funcionaba el sistema. Pero a medida que esto
creció, comenzaron a ponerse nerviosos. Ya no podían ignorar a tanta gente que
pedía lo mismo, la igualdad, una distribución justa, un futuro en el que todos
tuviéramos una oportunidad. La gente ya no quería vivir solo para sobrevivir,
quería vivir bien, querían ser parte de la ellos también.
Al
final, lo que Javier había empezado, se convirtió en algo increible. El sistema
empezó a cambiar. La tecnología, que antes había sido para dividirlos, empezó a
usarse para que todos pudieran tener acceso a lo mismo. El viejo había tenido
razón, el futuro no solo era para los ricos, era para todos.
Y
así, en un mundo que parecía imposible de cambiar, el pueblo logró demostrar
que lo que verdaderamente cambiaba no eran las máquinas, sino los corazones que
no querían seguir siendo los “tontos y esclavos” de los “dioses”. Un mundo más
justo no se hizo de la noche a la mañana, pero ese fue el primer paso para que
al final, todos pudieran volar.
Este
relato hace entender cómo, en un futuro más avanzado como el siglo XXIII, los
problemas de desigualdad y lucha por la igualdad podrían seguir existiendo, a
pesar de la tecnología que tenemos hoy en día y que se ve que va creciendo. A
través de Javier, vemos el deseo de un gran cambio hacia un mundo más justo
para todos, sin importar el lugar de donde vengas.